Hay una amplia tendencia a la hora de elegir programas de RSE: las empresas suelen inclinarse hacia la educación. No es algo arbitrario, surge de la observación: una sociedad más educada es una sociedad más libre, más justa, más feliz.
No se si a todas las empresas pueden interesarles el tema de la libertad, la justicia o la felicidad en sí, quizás a las que llevan la RSE en su ADN. Pero lo que es cierto es que sólo educando se puede cambiar el estado de cosas actual: la ignorancia, la pobreza, el autoritarismo, la injusticia, el canibalismo ideológico.
Ahora bien, cuando hablamos de educación surgen asociaciones libres relacionadas con maestras, alumnos, aulas, materiales o útiles escolares. Y si bien estos actores y elementos son parte de la educación, no son lo únicos.
La educación engloba a todo acto de enseñanza aprendizaje que tiene por finalidad el perfeccionamiento de una conducta, un razonamiento, una actitud, una hacer, sentir o pensar algo. Educarse es perfeccionarse.
Sabemos que en un mundo donde priman los pares de opuestos (alto-bajo, grande-chico, rico-pobre) es difícil alcanzar esa perfección, pero lo maravilloso del concepto de educación es que lleva en sí el germen de la superación personal.
Quizás por ese motivo, conciente o inconcientemente, muchos creemos que educar es sembrar futuro, y apostamos a ello.
Además de los procesos formales y no formales de educación que incluyen el sistema de educación de un país y las instancias de aprendizaje puntuales, respectivamente; la vida está llena de oportunidades de educarse informalmente: aprender a sacar un boleto de tren en una expendedora automática, aprender a vestirse con estilo a través de un programa de televisión, aprender las propiedades de la quinoa leyendo una revista, aprender a abrazar, dejándose abrazar por papá y mamá… prácticamente todo lo que nos rodea es educación informal. El mundo está lleno de posibilidades y está en nosotros saber aprovecharlas o dejarlas pasar.
Y con esto estamos desmitificamos otro de los conceptos arraigados en el imaginario colectivo, que educar sólo se relaciona con un tipo de saber intelectual.
Existen, en rigor 7 inteligencias, o 7 formas de vincularnos con la realidad. En términos generales podemos agruparlas en 3 tipos de saber: saber conocer, saber hacer, saber Ser. Estos saberes interactuan y se articulan diariamente dentro y fuera de la empresa. Por eso nos parece importante explicitarlos y ver cuánto de coherencia tienen en nuestro accionar.
Del breve planteo de estos asuntos se desprenden dos formas de abordar los programas de RSE :
- la manera tradicional, que tiene en cuenta los actores y elementos que interjuegan dentro de la educación formal
- la visión innovadora, que articula los principios de la educación informar y no-formal en sus acciones, incluyendo las 7 formas de vincularse con la realidad, teniendo como eje la coherencia interna y externa.
El éxito de una campaña o programa de RSE depende en parte de la capacidad de la empresa en percibir la verdaderas necesidades de la comunidad en la que se aplican las acciones, y estas pueden ser muy distintas a la demanda de útiles y guardapolvos.
El 22 de abril compartimos una interesante charla en la Camara de Comercio Suizo Argentina invitados por Forética Argentina en la que profundizamos sobre este aspecto haciendo un abordaje teórico y práctico. Analizamos algunos análisis de casos exitosos de empresas pequeñas y multinacionales que han podido llevar adelante programas innovadores de RSE vinculados a la educación.
Como síntesis de la jornada en la que participaron el grupo de empresas afiliadas a la CCSA, se llegó a la conclusión que es fundamental a la hora de encarar un proyecto el poder ser conciente de las necesidades del otro, evaluar nuestros propios recursos y poner en juego la creatividad sin perder la coherencia.
Innovar es hacer las cosas de siempre con otra mirada, es ganar en frescura y escapar de la mediocridad.
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